Considero que este es un texto que nos puede ayudar a pensar en un acompañamiento "contextualizado". Si bien ya tiene unos años y describe una realidad particular diferente a la de nuestro colegio, también es cierto que las escuelas secundarias nocturnas compartimos ciertas características propias de nuestros/as estudiantes, los/as cuales pueden haber sido considerados/as tanto "el descarte" como "la baquía", términos de los cuales habla Perrone en este escrito. Por eso considero que es importante hacernos estas preguntas frente al desafío de acompañar sus trayectorias escolares reales, en el cruce y la construcción conjunta.
Módulo de Pedagogía y Educación Social. Autor: Eugenio Perrone*, 2013.
Módulo de Pedagogía y Educación Social. Autor: Eugenio Perrone*, 2013.
[…]
TEXTOS: introduzco a
continuación dos textos, uno escrito desde dentro de la escuela y el otro desde
fuera. Entiendo que pueden resultar complementarios o bien parecer impertinentes
ambos. La sugerencia para trabajarlos es recortar de cada uno, una idea o
párrafo que les parezca significativo, para desarrollarlos, refutarlos,
mejorarlos, etc. No son textos puestos para aprender sino para invitar a la
propia reflexión sobre el trabajo.
Texto: El descarte
Jueves 6 de abril de 2005:
se cumple un año de la creación de las escuelas secundarias del Programa
“Deserción Cero, Calidad Diez” de la ciudad de Buenos Aires. Di clases de
historia en una de ellas. En mi primer día de clases allí (6/4/04) reencontré a
muchos exalumnos de la escuela vecina: “Deserción Cero...” juntó todo el
“descarte”.
Los adultos asociamos el
término “descarte” a los juegos de baraja: librarnos de aquellas cartas que no
ayudan a ganar un juego. También a ejercicios de análisis: desechar aquellos
datos que no ayudan a comprender una situación.
Este significado permanece
en el uso que hacen los jóvenes del término “descartar”, para el que han
heredado -además- otras connotaciones. Ejemplo: “apareció la yuta, tuvimos que
correr, me descarté del fierro en un yuyal”. Ellos “se descartan” de las
pruebas que los incriminan, vale decir, las que los incluyen en la escena del
crimen.
¿Por qué las escuelas “se
descartan” de los jóvenes? ¿Cuál es ese crimen de cuyas pruebas nos libramos al
expulsarlos? Agrego un dato al lector: trabajé nueve años como director de la
escuela que descartó a los jóvenes del párrafo inicial, a los que después
reencontré en la vecina escuela de Deserción Cero, entonces como profesor.
En la nueva escuela, donde
tuve un vínculo más estrecho con ellos, me trataron igual que al resto de mis
compañeros. Recibí las mismas amenazas y violentas interpelaciones que ellos, y
el mismo afecto físico (caricias, abrazos, besos, palmadas en el hombro) que todos
ellos... palabras de aliento, cartas, regalos, la increíble pulcritud y esfuerzo
de diseño en sus carpetas.
José María responde a la
pregunta del examen trimestral ¿qué calificación te pondrías por tu trabajo de
estos meses?: “cero”. Concuerdo con él. Las siguientes cinco preguntas las
respondió a la perfección; obtuvo un diez. Durante el año fue padre por primera
vez, su hijo nació mientras él estaba internado para rehabilitarse del consumo
de pasta base. Ya salió e insiste en 2005 por cuarta vez en cursar primer año.
Un joven tan inteligente
como descartable; reiteradamente descartado. Que en su trato cotidiano
distingue bastante bien entre los efectos de descarte que producen las
instituciones y la actitud de los adultos concretos que estamos a cargo de
ellas.
Miércoles 5 de abril (2005),
Huerta Grande, Córdoba, Seminario Internacional de Supervisores de Escuela
Media. Fernando Ulloa, médico sicoanalista, tomó al vuelo la palabra baqueano
utilizada por el viceministro de educación Alberto Sileoni en el panel de
apertura, e hizo el siguiente relato: la palabra baqueano proviene de baquía.
Cuando una expedición española perdía un barco en las costas americanas,
rescataba a los náufragos que podía y el resto quedaba aquí. Ese resto
constituía una baquía, una deuda para quienes habían regresado a España. En ese
punto hizo una disgresión: mencionó una palabra alemana que significa a la vez
deuda y culpa, agregó: no se redime la culpa si no se paga la deuda, y continuó
el relato: la siguiente expedición española, que llegaba dispuesta a redimir la
deuda de la anterior, encontraba que algunos náufragos habían muerto, otros se
encontraban en estado lamentable y otros se habían dedicado a conocer el nuevo
hábitat, adaptándose a él hasta el punto que no querían volver a España. Estos
eran los baqueanos.
Generaciones de jóvenes
abandonados como náufragos ante la tempestad de los medios de comunicación, las
nuevas tecnologías, la distribución masiva de alcohol, armas, estupefacientes y
miseria... transitan el hacinamiento carcelario -como esclavos en las bodegas
de barcos negreros- y aprenden que su vida vale nada.
A primera vista los adultos
vemos jóvenes sin ley ni valores. La cuestión es que son náufragos,
generaciones abandonadas a su suerte desde el “retiro del Estado”, elegante
eufemismo por “derrota”. Los jóvenes son nuestra baquía -les debemos toda la
infraestructura no construida en décadas de plata dulce convertible,
endeudamiento y ajuste para pagarlo- y no redimiremos la culpa si no pagamos la
deuda.
Supongamos que en 2° 3ª
turno tarde, nos encontramos un alumno yanqui o francés recién llegado y muy
voluntarioso para superar sus obvias dificultades con el idioma local.
Seguramente haremos lo necesario para alentar los esfuerzos del joven y
comprender sus dificultades ortográficas, gramaticales y de vocabulario.
Pensando que a breve plazo será bilingüe, le daremos crédito.
Supongamos ahora que en
lugar de inglés o francés, los recién llegados tienen por lengua materna el
quechua o el guaraní... y que además son pobres, y que además son muchos. Es
muy probable que los veamos antes como ineptos -y así los califiquemos- que
como potenciales bilingües. Es muy probable que no tengamos crédito para
darles.
Ésa es la otra cuestión, la
cuestión decisiva: nuestros jóvenes, son mayoría, y la mayoría, son pobres,
porque el retiro del Estado, nuestra derrota, los desheredó. Así que si de
darles crédito se trata, no tenemos suficiente.
Pero además son
multilingües, pluriexpresivos: alfabetizados en todo aquello que los adultos
tememos. ¿Quién educará a quién? ¿Quién está educando a quién? Ellos no esperan
volver a España como los náufragos españoles, no añoran un pasado que nosotros
quisiéramos restaurar. Ellos son los baqueanos.
Recuerdos de Alex. Cuando
debía comenzar su 3er año secundario (marzo de 2004), supimos que estaba preso.
Recibimos a su madre, le guardamos la vacante, su preceptor conversó con la
trabajadora social del juzgado, remitimos una nota al juzgado reclamándolo como
alumno. A fines de abril se reincorporó. Nos regaló un cenicero hecho por él en
prisión, para la sala de profesores (no pude resistir y me lo robé: está a mi
lado mientras esto escribo).
En el mes de julio Patricia
Redondo me propone que tres alumnos de mi escuela participen de un encuentro de
capacitación docente sobre “escuelas y pobreza”. Allí van Alex de 3°, una joven
alumna madre de 4° año y otro joven de 5° -que vive solo y se mantiene de su
trabajo de bajar música de internet, grabarla en CD y venderla en la feria de
Bonorino- acompañados por Christian, preceptor de Alex.
Fueron cálidamente recibidos
por Patricia, escuchados con atención, aplaudidos, volvieron contentos. Luego
Patricia me cuenta que no fue lo que ella esperaba, pero que fue mejor: los
docentes escucharon a jóvenes pobres hablar de toda su riqueza y de la que
encuentran entre sus compañeros y docentes en la escuela. Hablaron de su rico
presente, con naturalidad y convicción, sin alardes ni impostura, como verdaderos
baqueanos.
¿Los jóvenes no tienen
futuro?, ¿no lo ven?, ¿le temen? Probablemente. Sin embargo yo sospecho que
esas carencia, ceguera y temor respecto del futuro, son más nuestras -de los
viejos- que de ellos: son nuestro miedo a ellos.
Hace un par de años escuché
un relato de Luis Caveda sobre la escuela de La Matanza donde es director.
Cuando fue a trabajar allí, durante la dictadura, los chicos hablaban de
cadáveres y fragmentos de cuerpos humanos en la quema de los fondos del barrio.
Los maestros pensaban que los chicos fantaseaban... que tenían fantasías truculentas
propias de la pobreza mental de su condición de negros pobres.
Hoy sabemos que no
fantaseaban, y que los que sabíamos, no comprendíamos, vale decir, en verdad no
sabíamos. Los negros pobres, siguen siéndolo. La revolución, más necesaria hoy
que entonces, más justa, fue derrotada. Los docentes, seguimos dando clases.
¿Y qué más podemos hacer los
docentes sino dar clase?...
Pero, ¡qué clase la de Alex!
–en el doble sentido de elegancia y lección- contando con sencillez la variedad
del mundo que ven sus ojos, calzados en un cuerpo en permanente riesgo. El
futuro es una hipótesis: la vida se vive en presente, a veces es intensa, no
siempre.
Y para escándalo del
legalismo escolar, Alex contó que en la escuela tenían libertad para entrar y
salir cuando quisieran. Cosa que fue cierta en ese comienzo de año escolar y
hasta un par de días después de que Alex lo contó: recibí tantas advertencias
acerca del riesgo y “la responsabilidad civil”, que decidí clausurar la puerta
de entrada durante el horario escolar.
“Clausurar la puerta de
entrada”: Ulloa se haría un festín comentando esta decisión mía, tan obediente
de la normativa escolar como ignorante de las garantías constitucionales.- Eugenio Perrone
Escribí el texto anterior a
mediados de abril de 2005. Leyéndolo ahora tengo la impresión de que expresa
cierta solvencia en el manejo cotidiano de la tarea, junto a una gran inocencia
respecto de los condicionantes que pesan sobre la vida de los jóvenes con los
que trabajamos.
*Eugenio Perrone, profesor de Historia
y Geografía, director fundador de la EMEM Nº 3, vicedirector de la Escuela
Secundaria Técnica de la UNDAV y profesor en la tecnicatura de Pedagogía
Social.
Villa 21-24 una realidad que es parte de nuestra realidad. En esta página se adjunta un archivo con el mapa de la Villa 21-24, donde se realizò el señalamiento de las distintas instituciones educativas y de salud presentes en el barrio.
https://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/?p=58897
Nota: en este enlace podrás descargar el Módulo completo de donde fue tomado este fragmento.
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