martes, 9 de abril de 2019

Encuentro 5


Considero que este es un texto que nos puede ayudar a pensar en un acompañamiento "contextualizado". Si bien ya tiene unos años y describe una realidad particular diferente a la de nuestro colegio, también es cierto que las escuelas secundarias nocturnas compartimos ciertas características propias de nuestros/as estudiantes, los/as cuales pueden haber sido considerados/as tanto "el descarte" como "la baquía", términos de los cuales habla Perrone en este escrito. Por eso considero que es importante hacernos estas preguntas frente al desafío de acompañar sus trayectorias escolares reales, en el cruce y la construcción conjunta.

Módulo de Pedagogía y Educación Social. Autor: Eugenio Perrone*, 2013.
[…]
TEXTOS: introduzco a continuación dos textos, uno escrito desde dentro de la escuela y el otro desde fuera. Entiendo que pueden resultar complementarios o bien parecer impertinentes ambos. La sugerencia para trabajarlos es recortar de cada uno, una idea o párrafo que les parezca significativo, para desarrollarlos, refutarlos, mejorarlos, etc. No son textos puestos para aprender sino para invitar a la propia reflexión sobre el trabajo.
Texto: El descarte
Jueves 6 de abril de 2005: se cumple un año de la creación de las escuelas secundarias del Programa “Deserción Cero, Calidad Diez” de la ciudad de Buenos Aires. Di clases de historia en una de ellas. En mi primer día de clases allí (6/4/04) reencontré a muchos exalumnos de la escuela vecina: “Deserción Cero...” juntó todo el “descarte”.
Los adultos asociamos el término “descarte” a los juegos de baraja: librarnos de aquellas cartas que no ayudan a ganar un juego. También a ejercicios de análisis: desechar aquellos datos que no ayudan a comprender una situación.
Este significado permanece en el uso que hacen los jóvenes del término “descartar”, para el que han heredado -además- otras connotaciones. Ejemplo: “apareció la yuta, tuvimos que correr, me descarté del fierro en un yuyal”. Ellos “se descartan” de las pruebas que los incriminan, vale decir, las que los incluyen en la escena del crimen.
¿Por qué las escuelas “se descartan” de los jóvenes? ¿Cuál es ese crimen de cuyas pruebas nos libramos al expulsarlos? Agrego un dato al lector: trabajé nueve años como director de la escuela que descartó a los jóvenes del párrafo inicial, a los que después reencontré en la vecina escuela de Deserción Cero, entonces como profesor.
En la nueva escuela, donde tuve un vínculo más estrecho con ellos, me trataron igual que al resto de mis compañeros. Recibí las mismas amenazas y violentas interpelaciones que ellos, y el mismo afecto físico (caricias, abrazos, besos, palmadas en el hombro) que todos ellos... palabras de aliento, cartas, regalos, la increíble pulcritud y esfuerzo de diseño en sus carpetas.
José María responde a la pregunta del examen trimestral ¿qué calificación te pondrías por tu trabajo de estos meses?: “cero”. Concuerdo con él. Las siguientes cinco preguntas las respondió a la perfección; obtuvo un diez. Durante el año fue padre por primera vez, su hijo nació mientras él estaba internado para rehabilitarse del consumo de pasta base. Ya salió e insiste en 2005 por cuarta vez en cursar primer año.
Un joven tan inteligente como descartable; reiteradamente descartado. Que en su trato cotidiano distingue bastante bien entre los efectos de descarte que producen las instituciones y la actitud de los adultos concretos que estamos a cargo de ellas.
Miércoles 5 de abril (2005), Huerta Grande, Córdoba, Seminario Internacional de Supervisores de Escuela Media. Fernando Ulloa, médico sicoanalista, tomó al vuelo la palabra baqueano utilizada por el viceministro de educación Alberto Sileoni en el panel de apertura, e hizo el siguiente relato: la palabra baqueano proviene de baquía. Cuando una expedición española perdía un barco en las costas americanas, rescataba a los náufragos que podía y el resto quedaba aquí. Ese resto constituía una baquía, una deuda para quienes habían regresado a España. En ese punto hizo una disgresión: mencionó una palabra alemana que significa a la vez deuda y culpa, agregó: no se redime la culpa si no se paga la deuda, y continuó el relato: la siguiente expedición española, que llegaba dispuesta a redimir la deuda de la anterior, encontraba que algunos náufragos habían muerto, otros se encontraban en estado lamentable y otros se habían dedicado a conocer el nuevo hábitat, adaptándose a él hasta el punto que no querían volver a España. Estos eran los baqueanos.
Generaciones de jóvenes abandonados como náufragos ante la tempestad de los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, la distribución masiva de alcohol, armas, estupefacientes y miseria... transitan el hacinamiento carcelario -como esclavos en las bodegas de barcos negreros- y aprenden que su vida vale nada.
A primera vista los adultos vemos jóvenes sin ley ni valores. La cuestión es que son náufragos, generaciones abandonadas a su suerte desde el “retiro del Estado”, elegante eufemismo por “derrota”. Los jóvenes son nuestra baquía -les debemos toda la infraestructura no construida en décadas de plata dulce convertible, endeudamiento y ajuste para pagarlo- y no redimiremos la culpa si no pagamos la deuda.
Supongamos que en 2° 3ª turno tarde, nos encontramos un alumno yanqui o francés recién llegado y muy voluntarioso para superar sus obvias dificultades con el idioma local. Seguramente haremos lo necesario para alentar los esfuerzos del joven y comprender sus dificultades ortográficas, gramaticales y de vocabulario. Pensando que a breve plazo será bilingüe, le daremos crédito.
Supongamos ahora que en lugar de inglés o francés, los recién llegados tienen por lengua materna el quechua o el guaraní... y que además son pobres, y que además son muchos. Es muy probable que los veamos antes como ineptos -y así los califiquemos- que como potenciales bilingües. Es muy probable que no tengamos crédito para darles.
Ésa es la otra cuestión, la cuestión decisiva: nuestros jóvenes, son mayoría, y la mayoría, son pobres, porque el retiro del Estado, nuestra derrota, los desheredó. Así que si de darles crédito se trata, no tenemos suficiente.
Pero además son multilingües, pluriexpresivos: alfabetizados en todo aquello que los adultos tememos. ¿Quién educará a quién? ¿Quién está educando a quién? Ellos no esperan volver a España como los náufragos españoles, no añoran un pasado que nosotros quisiéramos restaurar. Ellos son los baqueanos.
Recuerdos de Alex. Cuando debía comenzar su 3er año secundario (marzo de 2004), supimos que estaba preso. Recibimos a su madre, le guardamos la vacante, su preceptor conversó con la trabajadora social del juzgado, remitimos una nota al juzgado reclamándolo como alumno. A fines de abril se reincorporó. Nos regaló un cenicero hecho por él en prisión, para la sala de profesores (no pude resistir y me lo robé: está a mi lado mientras esto escribo).
En el mes de julio Patricia Redondo me propone que tres alumnos de mi escuela participen de un encuentro de capacitación docente sobre “escuelas y pobreza”. Allí van Alex de 3°, una joven alumna madre de 4° año y otro joven de 5° -que vive solo y se mantiene de su trabajo de bajar música de internet, grabarla en CD y venderla en la feria de Bonorino- acompañados por Christian, preceptor de Alex.
Fueron cálidamente recibidos por Patricia, escuchados con atención, aplaudidos, volvieron contentos. Luego Patricia me cuenta que no fue lo que ella esperaba, pero que fue mejor: los docentes escucharon a jóvenes pobres hablar de toda su riqueza y de la que encuentran entre sus compañeros y docentes en la escuela. Hablaron de su rico presente, con naturalidad y convicción, sin alardes ni impostura, como verdaderos baqueanos.
¿Los jóvenes no tienen futuro?, ¿no lo ven?, ¿le temen? Probablemente. Sin embargo yo sospecho que esas carencia, ceguera y temor respecto del futuro, son más nuestras -de los viejos- que de ellos: son nuestro miedo a ellos.
Hace un par de años escuché un relato de Luis Caveda sobre la escuela de La Matanza donde es director. Cuando fue a trabajar allí, durante la dictadura, los chicos hablaban de cadáveres y fragmentos de cuerpos humanos en la quema de los fondos del barrio. Los maestros pensaban que los chicos fantaseaban... que tenían fantasías truculentas propias de la pobreza mental de su condición de negros pobres.
Hoy sabemos que no fantaseaban, y que los que sabíamos, no comprendíamos, vale decir, en verdad no sabíamos. Los negros pobres, siguen siéndolo. La revolución, más necesaria hoy que entonces, más justa, fue derrotada. Los docentes, seguimos dando clases.
¿Y qué más podemos hacer los docentes sino dar clase?...
Pero, ¡qué clase la de Alex! –en el doble sentido de elegancia y lección- contando con sencillez la variedad del mundo que ven sus ojos, calzados en un cuerpo en permanente riesgo. El futuro es una hipótesis: la vida se vive en presente, a veces es intensa, no siempre.
Y para escándalo del legalismo escolar, Alex contó que en la escuela tenían libertad para entrar y salir cuando quisieran. Cosa que fue cierta en ese comienzo de año escolar y hasta un par de días después de que Alex lo contó: recibí tantas advertencias acerca del riesgo y “la responsabilidad civil”, que decidí clausurar la puerta de entrada durante el horario escolar.
“Clausurar la puerta de entrada”: Ulloa se haría un festín comentando esta decisión mía, tan obediente de la normativa escolar como ignorante de las garantías constitucionales.- Eugenio Perrone
Escribí el texto anterior a mediados de abril de 2005. Leyéndolo ahora tengo la impresión de que expresa cierta solvencia en el manejo cotidiano de la tarea, junto a una gran inocencia respecto de los condicionantes que pesan sobre la vida de los jóvenes con los que trabajamos.

*Eugenio Perrone, profesor de Historia y Geografía, director fundador de la EMEM Nº 3, vicedirector de la Escuela Secundaria Técnica de la UNDAV y profesor en la tecnicatura de Pedagogía Social.


Villa 21-24 una realidad que es parte de nuestra realidad. En esta página se adjunta un archivo con el mapa de la Villa 21-24, donde se realizò el señalamiento de las distintas instituciones educativas y de salud presentes en el barrio.
https://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/?p=58897


Nota: en este enlace podrás descargar el Módulo completo de donde fue tomado este fragmento.

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